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Niños con obesidad presentan una inclinación positiva hacia los alimentos

Esta conducta alimentaria es más recurrente en niños que en niñas

“Asociación de rasgos del apetito en niños con obesidad” es el tema de la tesis con la que obtuvo el grado de Maestría en Nutrición Humana con Orientación Materno-Infantil de la Mtra. Amparo de la Fuente Reynoso, misma que desarrollo de 2013 a 2015 en la que su principal hallazgo fue que los niños con obesidad presentan mayores puntajes en el Cuestionario de Conductas Alimentarias en Niños (CEBQ, por sus siglas en inglés)  en los promedios de los constructos con una inclinación positiva hacia los alimentos.

El estudio se realizó en 351 niños en edad escolar (6 a 12 años),  151 niños presentaban obesidad y 150 normo-peso, dichos niños  acudieron durante ese periodo tanto a la Clínica de Obesidad como al Servicio de Consulta Externa de Pediatría en el Hospital Civil de Guadalajara Juan I. Menchaca.

Explicó que fue a las mamás de estos pacientes a quienes se les aplicó el CEBQ, el cual es considerado uno de los instrumentos más comprensibles para evaluar rasgos de la conducta alimentaria, dicho instrumento consta de 35 preguntas y mide ocho rasgos del apetito, cuatro constructos se refieren a inclinaciones positivas hacia los alimentos (disfrute de los alimentos, respuesta a los alimentos, sobre-alimentación emocional, deseo de beber) y los otros cuatro a inclinaciones negativas (respuesta a la saciedad, lentitud para comer, sub-alimentación emocional y exigencia frente a los alimentos). Además se indagó sobre el estrato socio-económico de sus familiares, la composición de ésta y se midió tanto el peso como la talla de los menores.

De la Fuente Reynoso, quien cuenta con la Licenciatura en Nutrición, señaló que en el desarrollo de la investigación prestó su apoyo un pediatra y una psicóloga.

En el primero de estos, es decir en los constructos en los que se refleja una inclinación positiva hacia los alimentos, es en el que alcanzaron las mayores puntuaciones los niños con obesidad.

“Entre los hallazgos, se encontró que en los niños con obesidad, los constructos con una inclinación positiva hacia los alimentos fueron más altos que los niños con normo-peso. También se analizó la diferencia entre géneros y  los puntajes del CEBQ, lo que nos llamó mucho la atención en el caso de los niños con normo-peso, fue que los niños en comparación con las niñas, tuvieron mayores puntajes en los constructos con inclinación positiva hacia los alimentos”.

Lo anterior, explicó la también doctorante en Ciencias del Comportamiento con orientación en Neurociencias, es que los varones presentan un consumo superior de energía asociado a conductas que podrían resultar en una ganancia de peso progresiva,  haciéndolos más susceptibles a generar sobrepeso en el futuro. Datos que se pueden constatar en los resultados de la más reciente Encuesta Nacional de Salud y Nutrición en la que se revela que el 35 por ciento de los escolares presentan sobrepeso u obesidad  “y es más alto en niños que en niñas”.

La prueba CEBQ reflejó además la aproximación de estos niños hacia bebidas azucaradas como los refrescos. Al respecto, cabe señalar que este tipo de bebida llega a representar hasta el 27 por ciento del consumo energético total de la dieta de estos menores.

Además, añadió que el instrumento permitió detectar que los niños con obesidad no refieren una adecuada respuesta a la saciedad, por lo que piden a sus mamás un plato adicional de comida, en tanto que los niños con normo-peso sí se dan cuenta de que se encuentran satisfechos y saben que deben parar de comer.

El hecho, dijo la investigadora, puede estar directamente relacionado con algún acontecimiento que emocionalmente le genere al niño con obesidad angustia, estrés, ansiedad, tristeza, enojo, etc. Ello, al margen de los fenotipos que pueden predisponer a los niños a una mayor ingesta alimentaria ante estímulos ambientales.

Otro aspecto que el instrumento permitió indagar en los niños con obesidad es la “exigencia hacia los alimentos”, que podría explicarse por una preferencia hacia grupos de alimentos  de mayor densidad energética ricos en hidratos de carbono y grasas. Ello hace que la mamá relegue alimentos saludables para la alimentación del niño y sólo le da lo que el niño acepta y exige.

“Entre las conclusiones a las que se llegó durante la investigación es la importancia de dar un seguimiento adecuado a niños en los que se están detectando conductas alimentarias con una inclinación positiva hacia los alimentos, lo que podría condicionarlos a un mayor riesgo de presentar  sobrepeso o a obesidad. Por lo que es primordial  trabajar en la prevención de la obesidad y control oportuno de estas conductas desde las primeras etapas de vida”.

Finalizó diciendo que este tipo de intervenciones deben hacerse en conjunto entre  nutriólogo,  psicólogo y  pediatra.

A T E N T A M E N T E

“Piensa y Trabaja”

Guadalajara, Jal., 10 Julio 2017

Texto: Nelda Judith Anzar

Fotografía: Cortesía