Pocas cuestiones en el campo de la salud pública han tenido tanta relevancia en los últimos años en los medios masivos de comunicación y reportes científicos como es la obesidad. Datos reportados por OCDE en 2010 indicaron que nuestro país tiene las tasas más altas de obesidad. La OMS señalo que   en México uno de cada  tres niños presenta sobrepeso u obesidad y sufrirá diabetes en su vida, si nació a partir de 2010.

Al analizar los datos de la ENN del 1999 con la ENSANUT del 2006  se constato que  en tan solo 7 años, hubo un incremento  de casi el 30%.  de sobrepeso y obesidad en niños entre 5 y 11 años de edad.  Por otra parte. Los resultados de la Ensanut 2012, indicaron que la obesidad en México se mantiene como un reto central para el sector salud ya que  es uno de los problemas más difíciles que enfrenta el equipo de salud.

Este análisis nos permite verificar el inicio del repunte inusitado del sobrepeso y obesidad en nuestro país y aunque la obesidad es un trastorno multifactorial, la rapidez con que aumento su prevalencia según estudios diacrónicos este fenómeno está relacionado con factores sociales y ambientales. Los determinantes sociales  de la salud se entienden como las condiciones sociales en que las personas viven y trabajan,  se refieren tanto al contexto social como a los procesos mediante los cuales las condiciones sociales y ambientales se traducen en consecuencias para la salud.  

La clara evidencia de los determinantes socioeconómicos de la obesidad indican una transición a riesgos mayores entre la población que vive en situación de pobreza. Entre los cambios observados en nuestro país, que pueden tener una connotación negativa en los escolares están aquellos asociados con el ambiente  obesogénico al que están expuestos  debido a la invasión de comida chatarra en las escuelas, la publicidad engañosa dirigida a los niños y la falta de regulación en el etiquetado de alimentos.  

Lo anterior muestra la urgencia de  implementar  restricciones en la publicidad dirigida a niños para alimentos y bebidas no saludables y la eliminación de la venta de comida chatarra en las escuelas, así como el etiquetado frontal informativo. Todo esto ya se ha hecho en México pero con pobres resultados.  La movilización para luchar contra la obesidad, no sólo debe implicar a los profesionales sanitarios, sino también a los gobiernos, a los servicios de salud pública, a la industria alimentaria, a la restauración colectiva, a los educadores en salud, a los técnicos en urbanismo y espacios públicos para facilitar el deporte y la actividad física, y a la población en general que ayude a prevenir y contrarrestar obesidad infantil.

Departamento de Salud Pública