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Imparte académica del CUCS conferencia “Impacto de la violencia en la vida de las mujeres” a invitación de la Defensoría de los Derechos Universitarios de la UdeG

Patricia Ortega Medellín equipara la violencia en la vida de las mujeres a experimentar dos tsunamis a la vez

La violencia en la vida de las mujeres es el equivalente a sufrir dos tsunamis seguidos, así lo ejemplifico la profesora de tiempo completo del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Dra. Martha Patricia Ortega Medellín, al participar como conferencista invitada en el webinar organizado por la Defensoría de los Derechos Universitarios con el tema “Impacto de la violencia en la vida de las mujeres” que tuvo lugar este 26 de noviembre en el marco del Día Internacional para el Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

En un foro que se caracterizó por la escucha no solo de las dudas de las y los participantes sino también de sus propias experiencias, la académica del CUCS en su calidad de representante en Jalisco de la Red de Derechos Sexuales y Reproductivos, A.C. anunció el interés de la agrupación de capacitar y sensibilizar al funcionariado de las instituciones oficiales que atienden a víctimas de violencia, sino también a las propias usuarias de estos servicios.

Ortega Medellín centró su ponencia en la similitud de la violencia que sufren las mujeres con los tsunamis, el primero al momento de generarse la agresión y el segundo, en el continuo de la atención-desatención institucional que suele re-victimizar a las mujeres agredidas.

En el primer supuesto, la doctora en Metodología de la Enseñanza por el Instituto Mexicano de Estudios Pedagógicos, reveló que en el momento de que una mujer es víctima de cualquier tipo de violencia, vive una experiencia indeseable de vulnerabilidad, de malestar, de incomodidad o de disgusto.

“La violencia machista se naturaliza, se oculta, es difícil de identificar pero siempre nos genera, malestar, incomodidad, disgusto. No hay en ningún momento y bajo ninguna circunstancia que disfrutemos esa violencia o que sea parte del cortejo”.

Explicó que la cultura patriarcal educa a las mujeres para no tener herramientas para enfrentar la violencia, se trata de un momento involuntario producto de una actitud machista, dijo.

En ese “tsunami emocional”, agregó la también líder del Cuerpo Académico Piscología y Educación del CUCS, las mujeres  suelen ser incapaces de responder, lo que representa una desventaja que no es natural.

“En el momento en el que enfrentamos esa violencia, tenemos esa desventaja, pero es una desventaja intencionada, no es natural”.

Describió que justo en este primer momento, las mujeres agredidas son sorprendidas por un sinfín de preguntas e indicó que la reacción y la respuesta es diferente dependiendo de la etapa y circunstancias de la mujer al momento de recibir la agresión, lo que podría dificultar el afrontamiento, como ser niña o anciana, tener discapacidad o no hablar el mismo idioma, por ejemplo.

Expuso que los efectos emocionales que experimentan son diversos y pueden ir desde el temor al agresor, la desconfianza y el desconcierto, pasando por la incertidumbre, la tristeza, el enojo, el dolor tanto por las heridas físicas como emocionales y sobre todo la culpa, lo que convierte a la experiencia en algo más confrontativo para la víctima.

Además de estos impactos inmediatos, la especialista hizo énfasis en los impactos a largo plazo que casi nunca se hacen visibles y mucho menos son atendidos, lo que se expresa repitiendo lo que le sucedió a la mujer violentada en sus otras relaciones y/o en otros momentos de su vida.

“Las nuevas relaciones que establecen con otros hombres se establecen sobre las ruinas que dejan las otras relaciones violentas anteriores. No solamente con las relaciones de pareja, sino con otros hombres como compañeros de trabajo, jefes, hombres en la calle, etc.”.

Subrayó la manipulación de la que también las mujeres son objeto y que es utilizada como otra forma de agresión, misma que resulta muy difícil de identificar.

“Regularmente es difícil identificar en dónde estamos siendo manipuladas… en las relaciones y en la vida. Esta vivencia también nos pone en una situación de mayor vulnerabilidad porque la naturalizamos”.

La persistencia de la violencia también se debe observar, dijo, ya que el agresor muchas veces sigue presente en la vida y sigue ejerciendo violencia, lo que se tiene que observar y tomar en cuenta.

Ortega Medellín señaló que al acumular experiencias de violencia, la mujer es colocada en terrenos inestables, sobre todo porque no se procesa dicha agresión y más aún cuando además se le responsabiliza y se le culpa por no haber evitado que sucediera el hecho violento.

“No lo estamos reflexionando de manera contextualizada. Se vive y se va a acumulando como fracaso personal sobre el que yo soy la responsable. Entonces cuando nos relacionamos con nuevas personas o con nuevos hombres, lo que hago es un acopio de confianza pero en la otra persona…entonces confío y tratamos de poner más atención en las señales del otro, pero esto me lleva a otro fracaso, porque suprimo más mis propios deseos y mis emociones, necesidades y requerimientos, opiniones y sentires. Y Quedo de nuevo expuesta a la voluntad del macho”.

Mientras, el hombre esta socializado para detectar sumisión completa y con ello poder ejercer violencia, lo que se les vende como excitante y sexy “ante la pérdida de la dignidad de la mujer, el hombre actúa con mayor violencia y soberbia. Lo que queda como la profecía auto-cumplida y lleva a volver a caer en relaciones violentas. Ese es el problema de no procesarlo, contextualizarlo ni dar acompañamiento terapéutico, legal y educativo”.

Por otro lado, expuso que hay un continuo de atención y desatención institucional en el “segundo tsunami” que se caracteriza por la frialdad del funcionariado quienes además brindan una atención fragmentada, lenta,  frustrante y desgastante.

“Es un segundo momento para el que no estoy preparada, se desconocen las rutas y se vuelve a vivir vulnerabilidad ante la institución. Les falta a los funcionarios de las instituciones de apoyo, comprensión sobre el problema y sobre su función sobre el problema”.

Y es que dijo, no es sencillo contextualizar a la usuaria, quien se diluye en el “infinito de trámites” a quien le generan otras violencias y que propician afectaciones emocionales en la victima. Dijo que este apoyo se complica cuando la víctima es usuaria de drogas o cuando depende íntegramente del agresor.

Concluyó que esta situación requiere atención urgente y generalizada debido a que se trata de una problemática que se vive todos los días, es constante y trastoca muchos niveles, por lo que no solo las instancias de salud o de justicia deben atenderlo, sino desde el propio sistema educativo, desde las universidades, las instituciones que trabajan con la familia, con la juventud, con las mujeres, con los adultos mayores, etc. “o sea toda la estructura del Estado tendría que estar trabajando en eso. Ahorita más bien somos las ciudadanas y los ciudadanos quienes estamos trabajándolo y tendríamos que repensar la forma de acompañar para no entrar al segundo tsunami por lo menos”.

Acto seguido, la académica del CUCS procedió a responder a las preguntas de las y los asistentes.

A t e n t a m e n t e

“Piensa y Trabaja”

“Año de la Transición Energética en la Universidad de Guadalajara”

Guadalajara, Jal, a 26 de Noviembre de 2020

 

Texto: Nelda Judith Anzar

Fotografía: Cortesía