La producción artística de Pacheco tiene como temas obsesivos la locura y la muerte. Asuntos límite por naturaleza, tabúes, la muerte y la locura muerte se relacionan en un doble movimiento de distanciamiento y objetividad.

            Por un lado, tomando como fuente la fotografía, la pintora retoma la percepción como punto de partida para el establecimiento de un juego cuya regla principal es su propia alteración. Enfocar y desenfocar, aproximar y alejar, unir y dividir, ir y venir, empañar la mirada, seleccionar, parecen ser los principios presentes, sobre todo, en los dibujos que integran la serie Los exiliados del Imperio de la Razón. En imágenes que recuerdan a Richter, la pintora trastoca de manera aparentemente arbitraria los planos de composición, disloca la relación real de los objetos y personajes en el espacio,  propone distintos puntos de interés que no corresponden obviamente a su relación original y crea un espacio virtual, que no respeta la regla de la fotografía --su "modo de ver" igualador de la jerarquía de los objetos-- sino que le confiere diferentes valores y significados.  Con ello logra expresar la subjetividad de la percepción y su correspondencia con la locura presentándola no sólo como característica distintiva de ese estado sino como atributo genérico de la condición humana.

 

En su vertiente de objetividad puede advertirse más claramente una intención documental: Martha Pacheco utiliza imágenes cruentas (en un registro que va desde Alarma! y sus sucedáneos hasta la célebre fotografía del obrero muerto de Manuel Alvarez Bravo) en las que aparecen personas anónimas, desconocidas, muertos accidentales y criminales, cadáveres no reclamados en el SEMEFO, carne de fosa común, sujetosobjetos por los que nadie se interesa a no ser cuando despiertan esa actitud morbosa que iguala a los espectadores ante el espectáculo de la muerte, personas que vivieron en el anonimato y que encuentran un fin violento y se convierten por ese solo hecho en imágenes públicas, aunque, paradójicamente, esta efímera fama no los despoje de su condición desaparcibida. En este contexto, Pacheco asume el riesgo de entrar en contacto con la cultura del morbo y, sobre todo, de retratar el morbo como un elemento insospechado de culto.

Por otra parte, --y este, creo, es el aspecto más interesante de su trabajo--- de las múltiples maneras que existen para representar el cuerpo, entre las cuales destaca esa profusa y rica tradición del erotismo y la sensualidad de las formas, la pintora eligió aquélla que lo observa como objeto forense. Así, en estos dibujos lo forense asume el doble carácter de objeto artístico y de objeto de conocimiento.

 

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